martes, 29 de octubre de 2013

LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN


En esta ocasión presentaremos un breve estudio de la doctrina de la salvación (o soteriología, en términos teológicos), en el cual veremos las implicaciones que esta doctrina tiene en la vida del creyente y los errores en los cuales se suele caer a la hora de interpretar dicha doctrina. Aunque nos plantamos dentro de la tradición reformada no olvidamos otras tradiciones teológicas, por el contrario buscamos un dialogo entre ellas tratando de hacer una síntesis de sus puntos de vistas e integrándolas.
Introducción.
La palabra soteriología se deriva de dos palabras griegas, soteria y logos. La primera significa salvación, y la segunda disertación o doctrina. De allí que la soteriología sea llamada doctrina de la salvación.
Al contemplar la santidad de Dios y al ver el fracaso y pecado de la humanidad, se hace necesario un plan de salvación suficiente para cerrar la vasta brecha entre la pecaminosidad del ser humano y la santidad de Dios.
Ese plan de salvación fue instituido por Dios y es tan simple que hasta el más pequeño y humilde ser humano podría tomar suficiente de el para experimentar su poder trasformador. Al mismo tiempo, es tan profundo que jamás se ha descubierto imperfección en él.
¿Arminio o Calvino? Dos puntos de vistas.
Dentro del ambiente evangélico existe una larga polémica en cuanto a la salvación, puesto que existen dos corrientes de interpretación de la misma. Por un lado tenemos al arminianismo que enfatiza la responsabilidad humana respecto a la salvación, y por otro lado tenemos al calvinismo el cual enfatiza la suprema soberanía de Dios.
Estas dos tradiciones teológicas argumentan que su postura es la más bíblica entre todas pues ambas se remiten a versículos bíblicos para apoyar su postura. De aquí que algunos escépticos argumenten contradicciones en la Biblia. Esto no es cierto, la Biblia no se contradice, es el ser humano quien interpreta cada versículo conforme a su tradición. Cada quien se llega a la Biblia con prejuicios de carácter teológicos.
Como ya lo anunciamos, nos basaremos en la tradición reformada para realizar este estudio por considerar que es la que más se acomoda a lo revelado en las Sagradas Escrituras. La tradición reformada subraya la predestinación y la salvación. Enseña que el ser humano está afectado por el pecado en todo su ser, que el favor de Dios hacia el ser humano se debe por completo a la libre elección divina y no tiene nada que ver con nada que el ser humano haga, que Cristo llevo los pecados de aquellos que fueron elegidos para salvación, que el llamado de Dios es irresistible y que no es posible caer de la gracia.
La depravación total del ser humano.
Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que el ser humano esta totalmente corrompido a causa del pecado y por ello no puede hacer nada para ser salvo. (Isaías 64:6). Debido a esta condición espiritual del ser humano, la salvación es obra absoluta de Dios; el ser humano no tiene absolutamente nada que hacer. Si se arrepiente, cree y acude a Cristo, es solo porque ha sido atraído por el poder del Espíritu Santo.
Esto nos enseña que el favor de Dios se debe por completo a la elección divina. Es totalmente inmerecido y no se basa en ninguna buena obra que haga el ser humano.
¿Por quién murió Cristo?
Es de esperar que al leer lo anterior surja de inmediato la polémica. Los arminianos plantean que Cristo murió por cada ser humano en esta tierra, habidos y por haber. Por su parte los calvinistas insisten en que Cristo solo murió por los elegidos. Es razonable preguntar entonces ¿quién tiene la razón? ¿arminianos o calvinistas? Resolver este dilema es de suma importancia para el desarrollo de nuestra fe. Sino estamos seguros respecto a nuestra salvación, nunca podremos llevar una vida productiva en Cristo.
Respecto al dilema en cuestión, existen ciertos pasajes bíblicos que arrojan una luz para dilucidar cualquier controversia:
Tito 2:11-12:
11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,
En este versículo vemos como la salvación se extiende claramente a todo el género humano. No cabe duda que la invitación aquí es de carácter universal. Dios ha manifestado salvación para todo el género humano. A esto podríamos llamar una salvación genérica, es decir: Cristo murió para redimir a la humanidad como género. Al estar tan corrompida por el pecado, la naturaleza humana se encuentra caída de la gracia y es por ello que necesita ser redimida y regenerada. La muerte de Cristo en la cruz llevo a cabo esta función redimió y regenero la naturaleza caída de la humanidad. Sin embargo esta salvación genérica solo llega a ser efectiva (individual) en los “elegidos” para salvación. Pero ¿qué quiere decir esto de “elegidos” pues el siguiente versículo nos da la respuesta.
1 Pedro 1:2:
. 2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
Lo que este pasaje enseña es que Dios, en virtud de sus conocimientos, supo quiénes eran aquellas personas que aceptarían el evangelio y se mantendrían salvas, y predestino a los tales a la herencia celestial. Previo sus destino, pero no lo fijo.
Cuando el Nuevo Testamento describe a creyentes como objetos de la presciencia de Dios, el propósito es asegurarnos que Dios ha previsto toda dificultad que nos confrontara, y que puede guardarnos sin caer y lo hará. (Confróntese con Romanos 10:29-30)
¿Se pierde la salvación?
Debido a que la salvación solo es efectiva para los “elegidos”; la expiación fracasaría si alguno de esos elegidos se perdiera. Una persona solo puede ser salvada y guardada por la gracia de Dios, la cual es irresistible, por esto el ser humano no puede caer jamás de la gracia, es decir, no puede perderse. (Juan 28:29; Romanos 11:29; Filipenses 1:6; 1 Pedro 1:5; Romanos 8:35; Juan 17:6).